Es sábado 27 de octubre y volamos a Phuket, nuestro destino más deseado en Thailandia. Antes de nuestro viaje muchas fueron las fotografías y videos que vimos de algunas de sus islas, algunos incluso se atrevieron a decir que algunos lugares eran lo más parecido al paraíso, aunque seguramente la idea de paraíso es diferente en cada uno de nosotros, dependiendo muy directamente de la capacidad que tengamos de soñar e imaginar, conceptos que por otro lado se me antojan difíciles de medir en intensidad.
A lo largo de mis viajes, en algún momento he creído haber descubierto el paraiso, pero en mi afán de viajera siempre he encontrado un “pero” que me ha motivado a seguir mi búsqueda y no parar de conocer sitios, que aunque no hayan sido el paraíso, si han dejado huella en mi recuerdo. En este viaje, he encontrado de nuevo lo que por un instante pensé que podría ser el paraíso, ¡¡¡pero¡¡¡ como otras veces, la historia se repite y ya estoy de nuevo buscando nuevos destinos, pero eso es otro capítulo todavía no escrito….
Muy temprano salimos de Chiang Mai para coger nuestro vuelo a Phuket, donde puntualmente y sin retrasos llegamos a las 11 de la mañana. Nuestro destino Kata Noi.
Camino del hotel desde el aeropuerto, llegamos a Kata y nuestras caras parecían un poema, la decepción que sentí no la pude ocultar, no me podía creer que las expectativas de mi viaje a Tailandia se fuese a resumir en lugar tan horrendo como el que estaba viendo, Torrevieja en España y en pleno mes de agosto se me hacía un lugar mucho más atractivo y amigable que Kata. El tráfico impresionante, el calor agobiante, el número de turistas inimaginable en un mes de temporada baja, no quería imaginarme lo que sería ese lugar en plena temporada alta. Sus calles un espectáculo, restaurantes, Hoteles, garitos, tiendas con bolsos colgados, camisetas, etc. Un conjunto difícil de digerir para todos los que de alguna forma vamos buscando nuestro paraíso soñado.
Pues sí, ese fue mi primer encuentro con Phuket. Afortunadamente pasamos Kata y a las afueras en poco más de 3 kilómetros, paro nuestro van y sacaron nuestra maletas, habíamos llegado a nuestro hotel en “Kata Noi”. Al bajar en mi cara se dibujó una sonrisa, el lugar aunque cerca, esta apartado del caos que acabamos de ver.
El hotel Katahani una delicia, cinco estrellas bien merecidas. La playa preciosa, con un agua súper transparente de tonos turquesa, en ella, por las tardes, he contemplado las puestas de sol más bonitas y espectaculares que he visto. Desde nuestra habitación, con el mar de frente y a pocos metros, podías disfrutar de unas vistas de lo más relajante, aunque en algún momento fue difícil no pensar en esa ola, que hace pocos años dejo tantos sueños rotos, esta playa fue una de las azotadas por el tsunami en 2004.
Frente al hotel, tienes unos cuantos restaurantes, aquí fue donde descubrimos la comida Tailandesa. El picante desde entonces forma ya parte de nuestra dieta, si te gusta te creará adicción. Al llegar la noche, los restaurantes sacan a la calle sus mostradores llenos de pescados y mariscos y tan solo tienes que elegir, lo pesan y te sientas a la espera de que te los traigan cocinados al más auténtico estilo Thai. Recuerdo este sitio como uno de los más placenteros, buena comida, buenos masajes, buen hotel, buena playa y sobre todo unas puestas de sol increíbles.
Por lo demás, si no te gusta la tranquilidad no hay mucho que hacer en Kata Noi, salvo admirar el maravilloso paisaje y sus puestas de sol inolvidables.
Las excursiones obligadas estando en Phuket no pueden ser otras que las de sus Islas. Contratamos un día para la zona de la Bahía de Phang Nga y otro día para las deseadas Islas Phi Phi.