La India (Delhi)

Es día 13 de octubre de 2019, son las 11:00 horas y me encuentro a punto de embarcar en mi vuelo que me llevara ni más ni menos que a La India. Desde hace muchos años ha sido un destino buscado, soñado, esperado, deseado y todos lo posibles calificativos que denoten las ganas de conocer e ir a un lugar. Si, según he pisado el aeropuerto , he tenido el sentimiento que este podría ser “mi viaje estrella”. Mañana, mis pupilas se inundarán de esos colores tan vivos que dan movimiento a los miles de saris que lucen las mujeres indias, mi caja de sentimientos seguro que se revuelve y agita con miles de imágenes que otros viajeros han definido como únicas, a pesar de que muchas de ellas muestran una cara muy dura. Creo que voy preparada para encontrarme con un país muy distinto a lo que ya conozco. A la vuelta os contaré si es posible amar un lugar como la India, de momento mi corazón está entregado y abierto a disfrutar de cada minuto de este viaje.

Después de una escala en Dubai, llego a Delhi el martes día 14 a las 9:00 hora local. Mi cuerpo esta confuso, no sé si he pasado toda la noche entre aviones y aeropuertos o si realmente llevo una semana atrapada en la distancia que separa Madrid de Delhi. Estoy cansada, pero con muchas ganas de salir a la calle y consciente de que me encuentro en La India.

Recogemos maletas, cambiamos algo de dinero. En el mismo aeropuerto compramos una tarjeta SIM para tener conexión a Internet. Localizamos a nuestro guía y montamos en el autocar que nos llevará durante los días que estaremos en la India. Nada más salir del aeropuerto absoluta normalidad, salvo el bofetón de calor que a los pocos minutos de estar en la calle te deja sin aliento, necesitaríamos un tiempo para adaptarnos a la temperatura.

Nuestra habitación del hotel no estará preparada hasta las 3 de la tarde, el plan es hacer dos visitas para no estar parados hasta las 3 de la tarde. Nada más dejar el aeropuerto la normalidad se convirtió en una verdadera locura, rápido percibes la contaminación, la circulación imposible. Mi mirada no se aparta de la ventanilla donde empiezo a ver esa realidad de los que todos hablan cuando regresan de un viaje por la India. En un primer encuentro con Delhi te das cuenta que es un viaje que no va a ser fácil, he visitado países pobres y creía que podría estar preparada para la India pero me equivoque. El concepto de higiene es nulo e inexistente en este país, todo está sucio, todo está inundado en un color negruzco donde seguramente se camuflan muchas historias que como turista no estás preparado para asimilarlas. En este sentido, el contraste con las personas que vamos en el interior del autocar es abismal, nuestros rostros brillan iluminados por la riqueza de nuestras pertenecías, nuestros bolsos, nuestras gafas de sol, nuestras ropas, todo impoluto a pesar de las horas que llevamos entre aviones y aeropuertos. Lo primero que percibes es “suciedad” y te harán falta algunas horas para que esta falta de higiene se te borre de tu mente y empieces a percibir otra realidad que enturbia y duele más que la suciedad que envuelve la ciudad de Delhi.

Nuestra primera parada es el Templo Birla Mandir, también conocido como Templo Laxminarayan de Delhi. Es un templo hindú inaugurado por Mahatma Gandhi y construido entre los años 1933 y 1939. Mahatma Gandhi puso la condición de que el templo no se limitara a los hindúes y que se permitiera su acceso a las personas de todas las castas. Con un calor de locura nos hacen pasar por un cuarto donde tenemos que dejar las cámaras de fotografía y los teléfonos, no está permitido sacar ninguna imagen del interior del templo. También nos tenemos que quitar los zapatos y dejarlos en el mismo cuarto. Seguramente el cansancio del viaje hizo que esta visita fuese poco atractiva, seguramente para alguien que nunca haya estado en un templo budista podría tener más sentido pero yo he visitado dos veces Thailandia y sus templos son espectaculares. De nuevo montamos en nuestro autocar agradeciendo el aire acondicionado. Nos dirigimos  a nuestra próxima parada el Mausoleo de Humayum situado al este de la ciudad. En el trayecto seguimos viendo imágenes que no dejan de impactarnos. 

El Mausoleo de Humayum recarga nuestras ganas y entusiasmo, calmando durante un rato el cansancio que todos empezábamos a padecer. Por un rato al traspasar los muros de Mausoleo nos aislamos de lo que hemos visto a través de los cristales de nuestro autocar, según cruzas su primer muro todo esta aparentemente limpio, todos esta cuidado, todo es grande, todo está en calma. El Mausoleo fue construido en el siglo XVI y es una muestra de la influencia de la arquitectura persa, en el yacen los restos del emperador mogol Humayun. Se sitúa en el centro de un amplio jardín rodeado de murallas y surcado de estanque y fuentes, esta reposado sobre una plataforma repleta de arcos y aunque aún no hemos visitado el Taj Mahal, nos lo recuerda un montón. La simetría de la fachada se ve resaltada por el hecho de que en su construcción se emplearon materiales de tres colores diferentes, blanco, rojo y pardo, todos dispuestos de un modo simétrico y equilibrado.

Estas dos visitas han sido nuestro primer encuentro con Delhi, comemos en un restaurante local preparado para turistas y nos fuimos al hotel, nos dieron nuestra habitación, cenamos y cansados dormimos del tirón hasta el día siguiente que nos recogerían a las 8:00 h 

Es martes 15 de octubre, me levanto con energía, he dormido de un tirón, la noche anterior caímos en la cama cansados después de tantas horas en pie. Desayunamos y preparados de nuevo nos montamos en nuestro autocar. Hoy estaremos todo el día visitando los puntos más importantes de Delhi. La primera parada la hacemos en la Mezquita de Jama Masjid, se trata de la mezquita más grande de la India. Es el centro de culto principal para los musulmanes de Delhi. Fue construida por el emperador mogol Shah Jahan entre los años 1644 y 1658. Este mismo emperador fue quien ordenó la contrucción del Taj Mahal y las importantes mezquitas de Agra , Ajmer y Lahore.

Para llegar a la Mezquita atravesamos la ciudad llegando a las inmediaciones de la vieja Delhi, esta en un lugar muy concurrido, desde donde la ciudad se hace más caótica, donde la velocidad de Delhi se hace ver en sus calles más estrechas y en el ir y venir de gente caminando portando mercancías, los coches se mezclan con las bicicletas, con las motos, con los Tuck Tuck , todo es un conjunto que nos deja un tanto descolocados, no sabemos si quedarnos parados, si caminar, si volver al autocar. Nuestro guía nos llama y nos saca de la parálisis que estábamos sufriendo al contemplar el bullicio de una ciudad muy distinta a cualquier lugar de Occidente. Consigue agruparnos a todos y darnos instrucciones para poder entrar a la Mezquita. Nos quitamos los zapatos a la entrada , nos dan una especie de bata para colocarnos por encima de nuestras ropas y traspasamos el arco que da entrada a la Mezquita.

Un patio central te deja ubicarte para contemplar las construcciones que componen la Mezquita, es de arenisca roja y con capacidad para 25.000 personas, en su parte frontal tres cúpulas de mármol blanco y negro, tiene dos minaretes de 40 metros de altura.

Todo el conjunto es espectacular. Salimos de la mezquita y tenemos organizado un paseo en bicicletas, conducidas por un grupo de personas, que nos pasearían a todo el grupo durante aproximadamente media hora.

Nos metimos por las calles más estrechas y concurridas de la vieja Delhi, increíble paseo, fue uno de los momentos que más me gusto de mi paso por India, es donde puedes apreciar la Delhi más auténtica, donde a media mañana los niños han salido de sus colegio y no dejan de saludar a todos los turistas que nos cruzamos en su camino, sus sonrisas, sus choques de manitas buscan la cercanía de unos turistas que les regalamos la más tierna y sincera de nuestras sonrisas.

Reconozco que cuando preparaba el viaje tenía miedo de lo que me podía encontrar, en muchos sitios he leído o me han comentado que era un agobio el caminar o pasear por cualquier lugar de la India, que la mendicidad era tan alta que era imposible no agobiarte. Mi experiencia no ha sido tan traumática en este sentido, no he percibido esa mendicidad de la que hablan, por el contrario, me he encontrado como en el caso de Delhi con una ciudad en la que todo el mundo se gana la vida, bien vendiéndote cualquier cosa por insignificante que fuese o bien ofreciéndote algún transporte, algún servicio, etc. Claro que te encuentras gente que te reclama caridad pidiéndote comida, dinero o ayuda, pero no más que otros países donde el índice de pobreza es alto. El agobio que puedes sufrir viene más de tener que decir tantas veces “no” cuando te intentan vender cualquier cosa, no se cansan e insisten una y otra vez, al final vas desarrollando técnicas para que entiendan que “NO” vas a comprar nada. El tema cambia, no es lo mismo que te agobien pidiéndote dinero o comida que el que te agobien intentando venderte algo, puede parecer lo mismo, pero para mí no lo es. Creo que mientras que su gente tenga la fuerza para intentar ganarse la vida de forma distinta a la mendicidad, tendrán esperanza de evolucionar y tener un futuro con más oportunidades de lo que hoy tienen la mayoría de gente de este país.

Otra reflexión que me traigo es el color que irradian las mujeres indias, ellas son las que aportan la frescura y la alegría adornando con los colores de sus saris, las calles y rincones de la ciudad. Si, son las mujeres indias las que ponen color a la india, pero debajo de sus saris esconden el maltrato machista que sufren y los abusos que un número muy importante de ellas ha vivido en algún momento de sus vidas. Son las mujeres las que con su resistencia y fuerza aguanta un país de costumbres demasiado arcaicas, costumbre que se han quedado congeladas en el tiempo, frenando así la evolución y privando de esperanza a muchas mujeres. Cuando te miran, en sus rostros puedes ver el deseo de que sus vidas puedan parecerse a la tuya, te miran con admiración y curiosidad, seguramente observen y se den cuenta que aunque no lleves un sari o colores tan vivos como los que ellas llevan, tu rostro está más relajado e iluminado que el de ellas. No quiero generalizar, seguro que miles de mujeres viven plenamente en la India, pero mi sentir durante los días que he pasado en la India ha sido este, ojala me equivoque y la realidad de estas mujeres sea otra muy distinta a la que yo he percibido.

Montamos de nuevo en nuestro autocar para continuar con nuestra ruta, hace calor y el sol da sobre nuestros cristales, las cortinas del autocar están recogidas, para evitar que nos diera el sol las abrimos, nuestro guia Anil se da cuenta de lo que hemos hecho y se alarma, nos recoge de nuevo la cortinas y nos dice que en Delhi se aplica una ley que prohíbe que los autocares y autobuses vayan con las cortinas echadas. La ley se aplicó para evitar el peligro de violaciones a mujeres, tuvieron varios casos de muertes de mujeres que habían sido violadas dentro de un autocar por grupos de hombres. Terrible.

…..continuara

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