Por fin llegó el día 3 de noviembre, a las 13:15 salíamos de la Terminal T4S con nuestro vuelo a San José de Costa Rica. El viernes día 2 me acerque al aeropuerto para sacar las tarjetas de embarque, el miedo a sufrir el Overbooking me hizo tener la precaución de hacerlo 24 horas antes, que es cuando Iberia abre sus mostradores. El sábado tan solo nos quedaba facturar las maletas. Cuando facturamos la maleta, me devolvieron las tarjetas de embarque y nos dijeron que viajábamos en Bussines, que el avión estaba al completo y nos habían pasado a bussines. Hubo gente que se quedo en tierra, efectivamente el vuelo estaba al completo y los último que fueron a facturar se quedaron en Madrid hasta el día siguiente ¡¡un faena¡¡
Empezábamos nuestro viaje un toque de buena suerte. El viaje perfecto, el avión salio a su hora y en aproximadamente 10 horas estábamos aterrizando en el aeropuerto de San Jose. La forma de llover nos hizo pensar que el viaje sería pasadito por agua, aunque teniamos la esperanza que fuera la típica tormenta tropical, que en media hora desaparece y todo vuelve a la normalidad. Eso es lo que pensamos, en todo el viaje la lluvia seria nuestra compañera inseparable.
Nos trasladaron al hotel “Sleep Inn”, viajamos con el Tour Operador Turabia, la organización perfecta. Durante el trayecto nos informaron de cómo seria nuestro recorrido contratado, nos dieron los teléfonos a los que tendríamos que llamar en caso de tener algún problema. Llegamos al Hotel aproximadamente a las 6 de la tarde (hora de Costa Rica), dejamos las maletas y nos apresuramos en salir a la calle, aunque cansados estábamos deseosos de tener nuestro primer encuentro con aquella ciudad. Nos habían recomendado no llevar encima ninguna cámara de fotográfica ni nada de valor, San José no es una ciudad muy segura en cuanto a robos, al menos es lo que nos habían advertido. Confieso que esa información nos pudo condicionar a que la valoración final de la ciudad fuese negativa. Nuestra recomendación es que en San José el menos tiempo posible, no merece la pena estar más tiempo que el necesario para los enlaces con los vuelos de llegada y de regreso a España.
El hotel se encontraba en el centro de la ciudad, nada más salir nos dispusimos a caminar sin ningún destino, tan solo queríamos explorar y encontrar un lugar donde poder cenar, al día siguiente nos recogían a las 6 de la mañana para empezar nuestra ruta, no teniamos intención de acostarnos muy tarde. El tráfico era caótico, las calles llenas de gente que caminaban con desmesura, era como si nadie paseara, todo trascurría con demasiada prisa, acostumbrados a otras ciudades de países caribeños, nos llamo la atención la velocidad de esta ciudad.
En nuestro paseo encontramos muchos restaurantes, pero de la misma forma que los encontrábamos pasábamos de largo, su interior no nos invitaba al apetito, aunque en nuestros viaje vamos buscando “lo distinto”, en esta ocasión era demasiado distinto…. Seguramente motivados por la información que llevábamos, nuestro primer paseo por la ciudad no fue muy agradable. Encontramos un sitio decente para cenar y nos fuimos de vuelta al hotel, teniamos que madrugar y el cansancio empezaba a reflejarse en nuestros ánimos.
A las 6 de la mañana estábamos preparados en la recepción con nuestras maletas, teniamos unas ganas tremendas de empezar nuestra aventura. Desayunamos y nos sentamos a esperar a que nos recogieran, en ese momento es cuando conocimos a Roberto y Mari Luz, junto con la lluvia serian nuestros compañeros de viaje.
Camino de Tortuguero
“Si un día me pierdo, búscame allí donde los colores te hacen resplandecer, donde los sonidos de la naturaleza te hacen enmudecer, donde la vida comienza con cada amanecer. Si me pierdo, búscame en Tortuguero, es el lugar que me merezco….”
Salimos de San José en autocar y después de 3 horas de viaje, llegamos al embarcadero donde nos esperaban para continuar nuestro viaje. Durante una hora y media aproximadamente navegamos entre los canales selváticos, pudimos contemplar los monos, osos perezosos e infinidad de aves. En la medida que nos adentrábamos por las aguas tranquilas de los canales, la sensación de paz se fue haciendo cada vez más auténtica, atrás dejábamos las carreteras, los coches, la ciudad, etc. Durante los próximos dos días, los sonidos que apenas adentrarnos empezamos a escuchar, formarían parte de la música y melodía que resumirían nuestro viaje a Costa Rica. Enseguida me di cuenta que la expresión “Pura vida” tan popular en Costa Rica, tomaba todo su sentido en esta aguas tan llenas de vida.
Os puedo asegurar que vivir un atardecer ó un amanecer en Tortuguero, marca un antes y un después. Pasear entre sus gentes, caminar por sus playas salvajes, contemplar unas tortugas que acaban de nacer, ver como luchan por alcanzar el romper de las olas….inolvidable, se te despiertan todos los sentidos…
La última tarde que pasamos en Tortuguero fue genial…terminamos de comer y por delante teníamos toda la tarde libre, sin ningún plan de excursión. El hotel se encuentra en medio de la nada, no hay forma de ir a ningún sitio sin contar con las barcas que te trasladan. Preguntamos pero no había ninguna salida organizada, eso suponía pasar la tarde en el hotel. Carlos y Roberto vieron una canoa a la orilla del embarcadero, preguntamos si podíamos disponer de ella para darnos una vuelta por el canal. Nos advirtieron que no intentáramos ir a Tortuguero, que las lanchas provocaban muchas olas y la estabilidad de esas embarcaciones no era muy buena. Junto con Roberto y Mari Luz, nos montamos en nuestra canoa y comenzamos a remar sin ningún rumbo, simplemente queríamos divertirnos un poco. Para evitar el gran canal por donde pasaban las lanchas, nos adentramos en un canal más pequeño que comenzaba a unos metros de nuestro hotel. Según nos adentramos se fue haciendo más estrecho y más oscuro, la densidad de la vegetación impedía que entrase la luz del sol. Llego un momento que la cosa nos incomodaba, demasiada estrechez y decidimos dar la vuelta, aquello nos empezaba a dar un poco de miedo… solos ante el peligro nos pusimos a dar la vuelta, pero la poca destreza con el remo nos complico la maniobra y casi volcamos….fueron momentos muy intensos donde las risas escondían el estrés que todos estábamos sufriendo. A pocos metros, podíamos ver un caminan que no nos quitaba el ojo de encima, junto a las orillas la vegetación escondía numerosas arañas que podíamos ver según nos acercábamos para poder dar la vuelta, Carlos no dejaba de chillar, nuestro torpeza con el remo terminaba por sacar la proa de la canoa fuera del agua, Carlos iba el primero y tenia que hacer verdaderos esfuerzos por intentar no toparse con alguna araña…
Conseguimos salir de aquel canal, no sin despedirnos de nuestro amigo el caimán. Después de la experiencia vivida, estábamos crecidos y nuestra valentía nos llevo a Tortuguero. Aparcamos nuestra canoa y paseamos por el poblado y volvimos a la playa donde el día anterior presenciamos el nacimiento de unas tortugas. Antes de que anocheciera, teníamos que volver al hotel, navegar por esos canales con una canoa y sin ningún tipo de iluminación era demasiada aventura. Nos montamos de nuevo en nuestra canoa, pero una vez más no nos poníamos de acuerdo en la dirección de los remos…conseguimos encaminar la embarcación dirección al hotel, llegamos sin grandes esfuerzos. Todavía quedaba algo de luz, pasamos de largo el hotel y seguimos remando. Llegamos a una zona sembrada de plantas acuáticas, nos metimos dentro y nuestra canoa encallo sin poder ir ni hacia delante ni hacia detrás, para complicar el momento, empezó a diluviar, en un instante quedamos empapados…Conseguimos salir y llegar sanos y a salvo al hotel.
Fue una tarde inolvidable, nos reímos un montón y también pasamos un poco de miedo…esta fue nuestra aventurera despedida de Tortuguero. Al día siguiente temprano, nos recogerían para seguir nuestro viaje hacia el Volcán Arenal .
Volcán Arenal
Con un poco de retraso salimos del hotel de vuelta al embarcadero que dos días antes nos llevaría a ese maravilloso lugar que ahora dejábamos atrás. Tan sólo llevábamos dos días de viaje y lo que hasta entonces habíamos podido ver nos había hechizado, con todas las ilusiones puestas en nuestro nuevo destino, nos subimos en el autocar que nos trasladaría hasta el Volcán Arenal. El viaje se nos hizo un poco pesado, paramos a comer y continuamos durante toda la tarde. No paraba de llover, según nos íbamos acercando el cielo se tornaba más oscuro. Por fin como a las 8 de la tarde estábamos llegando al Hotel los Lagos. Hasta la mañana siguiente no pudimos contemplar la majestuosidad del Vocal, o mejor dicho no pudimos imaginarnos esa majestuosidad, el día estaba nublado y tan solo se apreciaba una montaña que se elevaba partiendo del mismo hotel. Contratamos dos excursiones, para pasar el día. Por la mañana temprano nos recogieron en una furgoneta y fuimos a las faldas de la parte activa del volcán, lo que llaman “zona de alto riesgo volcánico”. Tras una caminata de poco menos de 1 hora, llegamos hasta la zona donde llego la lava arrojada por el volcán en el año 1992. El paisaje espectacular, pero de nuevo el volcán lo pudimos ver en nuestra imaginación, un sombrero de nueves cubría la cima y no pudimos apreciarlo en todo su esplendor.
Por la tarde habíamos elegido una excursión en Cuad para llegar hasta la Catarata de la Fortuna. El hacerlo en Cuad, te evitaba tener que bajar y subir 400 escalones. La lesión del tobillo de Carlos nos hizo decidirnos por la opción del Cuad. La excursión prometía, llegamos a la Catarata y pudimos contemplar su belleza desde el mirador, una vez mas la lluvia nos acompañaba.
Bajamos del mirador y volvimos a montarnos en nuestro Cuad, a pocos metros de la catarata de la Fortuna tuvimos nuestro desafortunado accidente, volcamos y nos quedamos tirados en la cuneta sin podernos mover. El impacto me hizo perder el conocimiento, fueron momentos de mucha confusión, el guía llamo a una furgoneta y nos trasladaron al hospital (unas 2 horas de camino). Por desgracia pudimos experimentar en primera persona el Sistema Sanitario del País, la sala de urgencias estaba repleta de gente. Enseguida nos atendieron, nos hicieron radiografías y afortunadamente todo se quedo en el susto, no teniamos ninguna fractura. Lo único que queríamos era salir del hospital, aunque la atención fue muy buena, el material hospitalario (camillas, etc.,) no tenia muy buen aspecto, es como si nada fuese blanco, la sabanas de las camillas tenían el aspecto de haber pasado por la segunda guerra mundial, nada que ver con el aspectos y los medios de nuestros hospitales.
Nos había vuelto a ocurrir, el año pasado también en el mes de noviembre tuvimos un accidente en la Republica Dominicana. En esta ocasión fue en un barco cuando salíamos a realizar una inmersión, pillamos una ola más grande de lo normal y saltamos por los aires. Volvimos a España con fractura de vértebra y fractura en el tobillo, toda una experiencia. Ahora nos encontrábamos en Costa Rica de nuevo lesionados y a tan solo 4 días de haber comenzado nuestro viaje, por delante nos quedaban 9 días y no teniamos ni idea en que condiciones podríamos aguantar. Nos dolían todos los huesos y estábamos llenos de heridas y contusiones por todo el cuerpo.
Tuvimos la suerte de contar con la ayuda de Roberto y Mari Luz, en ningún momento nos dejaron y estuvieron acompañándonos en el hospital. No sabíamos muy bien que hacer, queríamos continuar nuestro viaje, aunque con la certeza que ya no podría ser en las condiciones que habíamos planificado, estábamos muy limitados, por un momento nos planteamos volver a España, pero solo fue por un momento, al final decidimos continuar y disfrutar en la medida de lo posible de nuestra ruta.
Monteverde
Al día siguiente de nuestro accidente salimos camino a Monteverde, nos dolían todos los huesos del cuerpo, Carlos estaba más perjudicado que yo, el Cuad le golpeo en la espalda y tenia verdaderos problemas para poderse mover.
De Monteverde poco puedo contar, durante los dos días estuvimos metidos en la habitación del hotel sin apenas podernos mover. Teníamos mucha ilusión en hacer Canopy, elegimos Monteverde por ser el sitio donde mejor se disfruta esta práctica, pero no pudo ser, no estábamos para tirarnos por ningún cable. Estuvimos en el Hotel los Establos, las vistas son espectaculares es un hotel con mucho encanto. El último día cogimos un taxi y bajamos al pueblo. Es un pueblo muy pequeño, cuenta con una Farmacia y 3 o 4 tiendas para poder comprar recuerdos. Nos sentamos en una terraza a tomar unos refrescos, todo fue muy tranquilo, el cuerpo no nos daba para más.
En Monteverde era el último destino donde estábamos con Roberto y Mari Luz, luego ellos partirían para San José y nosotros continuábamos a Playa Conchal. Nos dio pena despedirnos de ellos, los días que estuvimos juntos lo pasamos bien.
Playa Conchal
De nuevo nos esperaba un largo viaje de 5 horas hasta llegar a Playa Conchal, destino que habíamos elegido para descansar tres días en la Playa, nos habían hablado muy bien del Hotel Meliá Paradisus. El trayecto fue un infierno, parte del camino no esta asfaltado y en las condiciones que estábamos no había parte del cuerpo que no nos doliera cada vez que pillábamos uno de los miles de baches que tenia el camino ¡¡un infierno¡¡
Por fin llegamos a Playa Conchal, descubrimos que en Costa Rica también sale el sol, durante los tres días que estuvimos el sol fue radiante. Al igual que en Monteverde, poco puedo contar de este destino, no salimos del hotel durante toda la estancia. Afortunadamente el hotel esta genial, por lo menos pudimos disfrutar de sus instalaciones. La playa es muy bonita y pintoresca, no se puede igualar a otros destinos Caribeños, pero para pasear es muy agradable. Playa Conchal esta en el Pacífico, sus aguas son más frías que en la parte del Caribe.
Si no hubiésemos estado lesionados, Playa Conchal hubiese sido un desacierto, Costa Rica en un país para disfrutarlo y vivirlo y no desperdiciarlo descansando en ninguna playa. Al estar lesionados fue todo un acierto…
Llego el momento de plantearnos la vuelta, por delante teniamos unas seis horas de viaje en furgoneta, solo de pensarlo nos agobiábamos. En el hotel nos comentaron que teniamos la posibilidad de volver a San José en avioneta, teniamos un aeropuerto pequeñito muy cerca de Playa Conchal, en Tamarindo. No lo pensamos, enseguida decidimos que volveríamos en avioneta, en una hora estaríamos en San José. Lo organice todo con Turabia llamando al teléfono que nos habían facilitado, hicimos el cambio y pagamos la diferencia por volver en avioneta (200 €).
El vuelo fue movidito, pillamos una tormenta y la avioneta parecía una batidora ¡¡que miedo¡¡. Fue la hora más larga que he pasado, pero por fin estábamos en San José, al día siguiente teniamos nuestro vuelo de regreso a España.
A pesar de la mala suerte y lo poco que hemos podido disfrutar de nuestros destinos, es un viaje que no olvidaremos. De momento lo ponemos el primero en la lista de países Caribeños que hemos visitado (Cuba, Méjico, República Dominicana, Jamaica, Isla Caimán). Sin duda volveremos y disfrutaremos de todo aquello que en este primer viaje no hemos podido disfrutar.